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Palabras y piedras sueltas no tienen vueltas

Tal como ocurre con una piedra que se lanza y que ya no puede volver a la mano de quien la arrojó, las palabras erróneas, o las que ofenden -como la mentira, la calumnia y el insulto- no pueden regresar a la boca, como si jamás se hubieran pronunciado. La antigua sentencia sugiere, entonces, prudencia al emitir juicios; recuerda la importancia de ser comedido y, por cierto, insinúa que no hay que hablar sin pensar previamente.

 

Un tema para hacer más llevadero el prolongado tiempo de pandemia.

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